El enigma de la maleta
Tienes una maleta con las cosas más importantes de tu vida, por algún motivo desconocido tienes que salir corriendo y le tienes que dejar la maleta a una persona...¿a quién se la dejarías? La posible elección se encuentra entre tres personas, en realidad entre tan sólo una persona pero que en la primera opción se encuentra con una sonrisa, con cara amable, sonriente, una segunda opción de la misma persona pero con cara neutral, sin expresión y una tercera opción de la misma persona pero con cara enfadada. Tú elección está ligada directamente con el aspecto de las personas ya que estarías eligiendo entre una persona pero con distinta expresión facial. Este experimento se ha hecho miles de veces obteniendo siempre los mismos resultados, la gran mayoría elegía la persona con expresión neutral para dejarle su maleta con lo más importante de su vida, en esta persona encontraban el punto medio entre alguien sonriente y alguien enfadado, encontraban a alguien en quien poder confiar y que posiblemente sería una persona responsable y cuidaría de su maleta.
Y esto nos lleva a pensar en que la confianza que tenemos en una persona y su aspecto físico están directamente relacionadas. ¿A que se debe dicha relación? Pues nuestro cerebro relaciona el aspecto de las personas con algo con mayor o menor confianza y de este modo establece un patrón en el cual, hay algunos rasgos que los inspiran más confianza y hay otros que nos inspiran menos confianza. Esto quiere decir que las emociones juegan un papel crucial en la confianza que podemos tener en una persona ya que, la confianza se construye en relación con las emociones que esas personas nos proyectan. Pero en numerosas ocasiones nuestras emociones nos pueden engañar y podemos depositar nuestra confianza en alguien que quizás no deberíamos, o al revés, podemos no confiar en una persona que quizás si deberíamos confiar en ella. ¿Esto se puede cambiar? Pues por suerte o por desgracia no, no podemos cambiar nuestras emociones ya que son algo que se relaciona directamente con el inconsciente, es decir, nosotros no podemos decidir lo que sentimos ante algo por lo tanto, nosotros no podemos decidir qué personas nos inspiran más o menos confianza.
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